La reflexología... una técnica por desarrollar



A pesar de sus orígenes médicos y para medicales, el funcionamiento de la reflexología sigue sin explicarse de manera “científicamente” demostrable. Primero, el americano William Fitzerald quien fue el gran precursor de la reflexología en occidente, desarrolló una teoría donde constató que presionando sobre un punto específico del cuerpo aportaba alivio a otra zona dolorosa ubicada en otro sitio. Perfeccionó su técnica dividiendo el cuerpo humano en diez regiones. Su teoría se basaba en las respuestas reflejas a través del sistema nervioso. Más tarde, Eunice Ingham afinó  la técnica y la llevó escrupulosamente a los pies. Ella explicaba que el dolor que se manifiesta en los pies cuando se trabajan los puntos reflejos, era debido a la presencia de toxinas (depósitos de ácido láctico y úrico) sobre las terminaciones nerviosas.

En consecuencia, la reflexología y la estimulación de los puntos reflejos eran intencionalmente dolorosas, buscando la activación del reflejo correspondiente o la limpieza y evacuación de los residuos ácidos. Sin embargo, a lo largo de los  años, numerosos reflexólogos han comprobado su eficacia no sólo en aspectos meramente físicos de la persona. Por esa razón, han surgido varias tendencias como la técnica metamórfica o la sur africana, que buscan trabajar aspectos menos tangibles y físicos. Estas alternativas reflexológicas, no solo no son dolorosas, sino que relajan y acompañan al paciente hacia un estado donde la onda cerebral es mínima y donde la práctica de la reflexología regula aspectos más bien mentales e inconscientes.

Los que trabajamos esta técnica, sabemos que estas estimulaciones en las zonas reflejas de los pies, no solo alivian los síntomas, sino que desencadenan,  desde la propia iniciativa del paciente, cambios en la persona, que mejoran  considerablemente sus aspectos psíquicos y por lo tanto emocionales.

Cabe destacar, que la manera y el estado mental del terapeuta, igualmente influyen notablemente en los resultados obtenidos. La física cuántica podría sin duda dar una explicación coherente a estos resultados. Estudios realizados certifican y comprueban que la intención que se aporta a la terapia en sí, es un valor agregado e importante, que no se debe despreciar.

La práctica y la experiencia en este sentido, son los principales testigos del valor que se le debe proporcionar al terapeuta. El contacto sutil, puede ser infinitamente profundo si la intención y la mente convergen en un mismo objetivo.

La reflexología se ha convertido en una técnica fundamentalmente holística, como ya lo sabemos, pero también en un canal de acceso a la unidad interior de la persona... La reflexología es... una técnica por desarrollar.

© Caroline Benkö



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